Entre los años de 1488 y 1490, Leonardo Da Vinci,
artista de la época renacentista, pintó, sobre una tabla con medidas de 55x40
centímetros, “La Dama del Armiño”, que actualmente se ubica en un museo en Cracovia, Polonia. La mujer que aparece en el
cuadro era la amante de un duque en Milán, Italia, llamada Cecilia Gallerani,
quien a su vez posa con un armiño entre sus brazos.
En la composición de colores de la obra
predominan los tonos oscuros, teniendo el fondo completamente negro y las áreas
inferiores en la mujer sombreadas, mientras que mantienes la parte frontal del
rostro, así como al armiño mismo, con tonos más claros y blancos. El propósito
que tiene el que los colores del cuadro estén distribuidos de esta manera, es
que el público preste una mayor atención al rostro de la mujer y a los
elementos más importantes del cuadro. Por otro lado, se puede apreciar en el
cuadro un mayor uso de colores cálidos o derivados de estos, siendo el café, y
sus distintos tonos, el color con mayor presencia en el cuadro, mientras que el
único tono que se puede percibir de un color frío es el azul que porta en el
hombro de su vestimenta. También se muestran presentes las corrientes
artísticas dignas del renacimiento, pues en la pintura vemos la perfección que
plasma Da Vinci en la mujer, tras el previo conocimiento de la anatomía humana,
idea que era muy común en los cuadros de la época.
Tras haber hecho un análisis crítico de la
obra, en base a la metodología artística de la misma, la interpretación de la
misma obra puede ser aquella del deseo de su autor, Da Vinci, de plasmar la
sencillez de una mujer con una gran belleza lograda a través del manejo de
todos los detalles artísticos, dígase el uso de las sombras en conjunción con
el estudio de la anatomía humana. Este mismo estilo se puede apreciar en otras
obras de Da Vinci, como la “Mona Lisa”, pues las expresiones de los rostros de
ambas mujeres, en cada cuadro respectivo, es de serenidad y se muestran
relajadas. En esta obra la mujer parece estar distraída y mirando fijamente al
horizonte, mientras sostiene un armiño, cumpliendo con las características del
estilo típico del renacimiento.

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